Por Venezuela Libre de Transgénicos, 9 de mayo de 2016
“El acceso a la semilla, tierra, agua, insumos, espacios de acopio y transformación es condición básica para la necesaria producción agroalimentaria de rubros estratégicos por el poder popular”.
Sectores vinculados a la academia, Fedeagro y otros actores del sector privado han venido desacreditando sistemáticamente la Nueva Ley de Semillas en los últimos meses. Estos sectores hoy claman por la entrada de semillas transgénicas al país, el reconocimiento de sus patentes y derechos de propiedad intelectual, apuntando a la invisibilización de la semilla campesina, indígena y afrodescendiente, sus conocimientos y sistemas productivos que históricamente han sustentado la base alimentaria del pueblo.
A su vez, estos sectores reproducen los mecanismos del lobby transnacional del agronegocio, quienes bajo promesas falsas y ofertas engañosas de productividad, han venido acaparando el mercado de semillas certificadas.
Estas posturas pretenden hegemonizar el término biotecnología, acusando a la actual Ley de Semillas de impedir la investigación en esta área y desconocen el estatus actual de esta biotecnología fallida.
La ingeniería genética forma parte de una amplia gama de biotecnologías aplicadas a la agricultura, algunas de las cuales se han venido utilizando en Venezuela son: la producción y uso de biocontroladores y biofertilizantes, la utilización de técnicas de cultivos in vitro para multiplicación de variedades como la papa, yuca y plátano, entre otras. Estas aplicaciones y la investigación asociada se promueven ampliamente con la Ley de Semillas.
La Ley de Semillas fue construida a partir de un largo proceso de Debate Popular Constituyente de más de tres años (2012-2015), que se realizó con la participación de diversos actores populares, académicos e institucionales, y fue ampliamente difundido en los medios, con convocatorias abiertas y públicas a los espacios de discusión organizados por el poder popular y espacios de debate organizados por la Asamblea Nacional.
Es importante reconocer que cerca del 80% de las semillas que sustentan la producción en los países no industrializados, provienen del llamado “sistema informal”, aquel en el que circulan las semillas de los y las agricultoras.
En nuestro país, de los 79 rubros que integran el sistema agrícola vegetal venezolano, sólo 11 usan semilla Certificada o Fiscalizada por el servicio nacional de semillas SENASEM, es decir la mayor parte de los rubros se cultivan con las semillas de las comunidades agricultoras. Estas semillas son hoy reconocidas en nuestra Ley.