¡Es el momento de detener la desestabilización del clima!
Los patrones de consumo de alimentos están cambiando. La llamada dieta “occidental” [esa dieta centrada en la carne, la azúcar, la harina blanca, las grasas, la sal, con gran énfasis en alimentos procesados o chatarra] se está expandiendo, particularmente en el Sur global, llevando consigo problemas de salud, pero también aumentando la presión sobre el clima. (Algunas personas dicen que necesitamos cambio de dieta, no cambio climático).
Los comerciantes de materias primas agrícolas, las empresas de agronegocios, las cadenas de supermercados, los grupos de inversión y otros tipos de corporaciones, que financian y conducen el sistema industrial de alimentos, tienen un gran interés por expandir los negocios justamente en esos mercados. Los tratados comerciales son una gran herramienta para lograr esto, pero no es sólo un tema Norte-Sur.
Las compañías brasileñas están compitiendo con sus equivalentes tailandesas por la participación en los mercados emergentes en África, Rusia y Medio Oriente. Australia quiere una mayor porción de la acción en China, la que a su vez está haciendo más negocios con los Estados Unidos. Etcétera.
Tenemos que despertar y sacar cuentas. Si queremos afrontar el cambio climático, tenemos que detener el consumo de algunos alimentos y eso significa parar la producción y también el comercio. Afortunadamente, se puede hacer. Pero requiere una reducción estructural progresiva de las grandes empresas alimentarias, de los grandes supermercados y de aquéllos que lo financian.
En su lugar, las pequeñas y medianas fincas, las formas de procesamiento y los mercados a pequeña y mediana escala, respaldados por las adquisiciones y el financiamiento públicos, harían un mejor trabajo. Esto requiere una arremetida y unir las luchas en torno al cambio climático a las luchas por la soberanía alimentaria y en contra de los tratados comerciales promovidos por las corporaciones.
¿Qué hacer?
Unirse a las campañas cada vez más grandes contra los principales tratados comerciales, como TTIP, TPP, RCEP, TiSA y CETA. Ver en bilaterals.org los enlaces a los sitios de los grupos claves y también más información.
Iniciar una campaña centrada en el comercio, el clima y los alimentos, para parar los tratados comerciales que su gobierno esté negociando, demostrando cómo afectarán específicamente las emisiones de gases de invernadero provenientes de la producción de alimentos.
Si están participando, poner el tema de los alimentos y el comercio de los alimentos en las discusiones y acciones locales en contra del cambio climático. Venir a París a las movilizaciones en las afueras de la COP21. Existirá un bloque “comercial” en las marchas callejeras para demandar la suspensión del TTIP y del CETA y otros de la nueva ola de tratados comerciales. Y habrá un día de acción, el 9 de diciembre, dedicado enteramente a los alimentos, agricultura y cambio climático.
Usen su imaginación para desarrollar iniciativas concretas para reducir nuestra dependencia del sistema industrial de producción de alimentos y reducir la demanda por sus productos. Iniciar una acción de boicot —esto es lo que los líderes de la industria de alimentos más temen.
Ser más conscientes del impacto sobre el clima de los alimentos que uno come e iniciar, unirse o fortalecer una iniciativa local de producción de alimentos, ya sea una cooperativa, un programa escolar o una AMAC (Asociación para el mantenimiento de la agricultura campesina), un ARC (Agricultura respaldada por la comunidad), una feria campesina…
Hay que tener en cuenta la opinión general de que el consumo mundial de carnes y lácteos se duplicará de aquí al 2050 y ello constituye un problema serio y creciente
La buena noticia es que sí se puede hacer algo respecto a esto, y de forma relativamente rápida. Disminuir la producción, consumo y comercio de carne y lácteos sería una forma efectiva y realista de reducir el caos climático. Comparado con el carbono, es bastante más fácil y mucho más rápido eliminar el metano de la atmósfera. En relación al óxido nitroso, una contracción y reestructuración de la industria de la carne hacia sistemas locales y a pequeña escala, podría ser una forma de deshacerse de muchos de los fertilizantes que están siendo usados actualmente para producir alimento animal.
No tenemos que convertirnos en veganos, pero si queremos enfrentar el cambio climático necesitamos acciones muy serias en relación a la industria de la carne a una escala sistémica e internacional. No es suficiente dejar de extraer y de usar combustibles fósiles.
(Es importante notar que los datos de FAO sobre las emisiones de GEI proveniente de la ganadería, se elaboran con datos entregados por la industria de carne y de los lácteos: el International Poultry Council (Consejo Internacional Avícola), International Feed Industry Federation (Federación Internacional de la Industria de los Piensos), International Meat Secretariat (Oficina Permanente Internacional de la Carne), International Egg Commission (Comisión Internacional del Huevo) y…. Danone.