- Menor apoyo a las economías locales de producción de alimentos
Bajo la llamada doctrina de libre comercio, los programas de “compre lo nacional” o “compre lo local”, así como las regulaciones sobre el etiquetado que señala el país de origen , son consideradas generalmente discriminatorias y distorsionadoras del comercio.
La Organización Mundial de Comercio (OMC) ha hecho poco para desalentar estas iniciativas, pero los nuevos tratados comerciales bilaterales y regionales pueden hacerlo. Mediante el TTIP, la Unión Europea quiere, particularmente, obtener mucho mayor acceso para las compañías europeas a los mercados públicos de Estados Unidos.
Los grupos que han luchado por la soberanía alimentaria ven esto como una amenaza potencial para las economías alimentarias locales que han estado construyendo esforzadamente durante las últimas décadas (por ejemplo, las iniciativas de los consejos sobre políticas alimentarias para apoyar el uso de alimentos producidos localmente en servicios públicos como colegios y hospitales). Cualquier acción para hacer que las iniciativas para comprar o utilizar productos locales sean ilegales en el sector de los alimentos, resultará automáticamente en una mayor desestabilización climática.
Lo mismo es cierto para las iniciativas que apoyan las compras “verdes” o los programas que exigen comprar a las medianas y pequeñas empresas, en nombre de la mitigación del cambio climático. Ambos tipos de esfuerzo pueden ser impugnados por las compañías como discriminatorias.
Los tratados de libre comercio y los tratados de inversión suelen tener un mecanismo de controversias entre el inversionista y el Estado que les permite a las compañías impugnar políticas de gobierno como éstas. A veces, estos juicios resultan en inmensas compensaciones financieras a favor de la compañía que resulta perjudicada por estas leyes. A veces hace que los gobiernos cambien las políticas para evitar estas demandas.
Al igual que en el sector de la energía, se necesita enfrentar el consumo para enfrentar el cambio climático. Aumentar la producción y el comercio, o sólo hacerlos más verdes, no aliviará el problema. Ya que los gobiernos están de acuerdo en que el 15% de todas las emisiones globales de gases de invernadero provienen de la producción ganadera y que el 74% de éstas proviene de las carnes rojas y lácteos, se tiene una gran oportunidad para eliminar efectivamente una gran parte del problema climático a través de las iniciativas locales.
Pero para hacer esto, necesitamos derrotar los tratados comerciales y las ideologías que afirman que promover las economías “locales” es anti libre mercado y es algo malo para nosotros. (¡Sólo es malo para las multinacionales!)
- Declarar ilegales las medidas de seguridad alimentaria
En el año 2013, diversos gobiernos —respondiendo a los intereses de las corporaciones, principalmente de aquellas provenientes de los Estados Unidos— intentaron promulgar una regla de la OMC con la que las compras públicas de alimentos en tiempos de crisis debían ser consideradas una forma de subsidio agrícola distorsionador del comercio. Muchos gobiernos compran productos agrícolas a los agricultores para estabilizar los mercados, garantizar precios, generar reservas o sistemas de distribución en el interés público.
Los estragos causados por el cambio climático —inundaciones, sequías, tifones, etcétera—, en un mundo de desregulación y concentración corporativa hacen que la escasez de alimentos se torne más común y más amenazante. Esto significa que estas medidas básicas de seguridad alimentaria y los programas de compras públicas son cada vez más necesarios. Irónicamente, tan pronto como las negociaciones sobre clima en París terminaron en diciembre, los representantes de los gobiernos volaron a Nairobi a una reunión ministerial de la OMC, para decidir si tales medidas serán consideradas legales o no bajo el régimen global de comercio.