Por Boletín N° 219 del WRM, octubre 2015
Este número del Boletín del WRM ha sido producido conjuntamente con GRAIN. Muchas de las comunidades que dependen del bosque son campesinas, y numerosos campesinos constituyen comunidades que dependen del bosque.
Todas son productores de alimentos y todas se ven afectadas por igual por la agenda corporativa, ya sea por la expansión de los monocultivos de eucalipto y de otros árboles, o por los inversores extranjeros que compran tierras para plantar cultivos destinados a los mercados internacionales de alimentos y agrocombustibles. Los campesinos y las comunidades que dependen del bosque tienen aquí la misma lucha, y un adversario común.
Ver el Boletín en línea aquí
En los últimos años hemos ido más lejos que eso y establecimos relaciones de trabajo más activas, en un principio sobre todo en América Latina, pero más recientemente también en otras partes del mundo.
Por ejemplo, ambas organizaciones trabajan actualmente en un proyecto conjunto que tiene como objetivo apoyar las luchas de las comunidades locales contra las plantaciones industriales a gran escala de palma aceitera en África Occidental y Central. De manera que la producción conjunta de este boletín es una consecuencia lógica de ese proceso.
Después de todo, numerosas comunidades que dependen del bosque son campesinas, y numerosos campesinos constituyen comunidades que dependen del bosque; y todas son productores de alimentos. Se ven afectadas por igual por la agenda corporativa, ya sea por la expansión de los monocultivos de eucalipto y de otros árboles, o por los inversores extranjeros que compran tierras para plantar cultivos para los mercados internacionales de alimentos y agrocombustibles.
También son vilipendiados de la misma forma y a menudo por las mismas personas: por destruir los bosques tropicales del mundo con sus prácticas de cultivo itinerante, por provocar la erosión del suelo debido al sobrepastoreo y por su supuesta falta de capacidad para producir alimentos suficientes para una población mundial en constante crecimiento. Se los suele encasillar en el estereotipo de atrasados y reticentes al progreso.
Y, como mostramos en uno de los artículos en este boletín (sobre REDD+ y la agricultura), ahora son el blanco de proyectos y programas que alegan frenar la deforestación en nombre de la lucha contra el cambio climático.
Pero la verdad es que los campesinos y las comunidades que dependen de los bosques no son los responsables de esos problemas. Los verdaderos culpables son las economías de plantación impulsadas por las corporaciones, en acelerada expansión, con sus monocultivos contaminantes y acaparadores de agua.
Éstas ocupan una creciente cantidad de tierras fértiles y se instalan en bosques nativos y otros ecosistemas frágiles. En el proceso, producen grandes cantidades de emisiones de gases de efecto invernadero. Y encima – es importante recalcarlo -, no producen tantos alimentos.
Lo que hacen es producir materias primas para un voraz mercado mundial de exportación que alimenta la industria del papel, la industria ganadera y, más recientemente, la industria de los agrocombustibles. A pesar de ello, se les ordena a las comunidades que dependen de los bosques que permanezcan fuera de los bosques y que encuentren su alimento y sustento en otro lado. Las comunidades campesinas son expulsadas de sus tierras para dar paso a plantaciones “más productivas”.
Como resultado, en todo el mundo los campesinos y las comunidades que dependen de los bosques son acorralados en menos y menos tierra. Actualmente los campesinos representan más del 90% del total de fincas agrarias del mundo, pero controlan sólo una cuarta parte de las tierras agrícolas.
Sin embargo, aún así logran producir la mayor parte de los alimentos del mundo y sin la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero que producen los establecimientos agrícolas industriales a gran escala. Pero si se permite que la actual ola mundial de acaparamiento y concentración de tierras se agudice aún más, será muy difícil para los campesinos y campesinas seguir haciéndolo. Y entonces, ¿quién alimentará al mundo?