Por Silvana Buján, Red Nacional de Acción Ecologista de la Argentina, 23 de junio 2015
Los múltiples intereses del ocultamiento.
Hace apenas cuatro años, quien esto escribe, recibió de parte del Director de Producción del municipio en el cual vive, la siguente respuesta “…pero tanto lío por el glifosato! Si te podés tomar un vasito que no te hace nada!”.
Esa era, palabras más, palabras menos, la misma respuesta que se dio a lo largo de cuarenta años, ya que en el mundo –dice CASAFE[1]- se usa desde 1974.
Fue necesario que un ejército de científicos se pusiera de pie (como el caso de Seralini en Francia o Carrasco en Argentina) para que finalmente, a punta de paper, la OMS tuviese que decirle a sus amigos industriales, que no era posible negar más tiempo las evidencias y debía hacerse público que el ingénuo herbicida resultaba ser probable carcinógeno, y además, banda roja para el contacto con los ojos.
¿Qué dicen ahora los Directores de Producción, Ministerios, ART, a los miles y miles de personas que fueron adiestradas para usar sin protección alguna esa sustancia a lo largo de toda su vida, porque total, “Si te podés tomar un vasito que no te hace nada!”.
Hoy, 23 de junio, la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC) de la Organización Mundial de la Salud, ha evaluado la carcinogenicidad de los insecticidas gamma-hexaclorociclohexano (lindano) y diclorodifeniltricloroetano (DDT) y el herbicida ácido 2,4-diclorofenoxiacético (2,4-D).
Oh sorpresa, clasificó el lindano como carcinógeno para los humanos, y el 2,4-D (que avanza en Argentina con la nueva semilla de las multinacionales) como posible carcinógeno para las personas.
Señala que hay fuertes indicios de que el 2,4-D induce estrés oxidativo, y la evidencia moderada que el 2,4-D causa inmunosupresión, basado en in vivo e in vitro.
¿Había que ir tan lejos? ¿Había que esperar tanto? Pues parece que no, porque el laboratorio del Area Toxicología de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Rosario viene trabajando en el D,4-D desde hace 40 (cuarenta) años… y ha arribado a las mismas conclusiones hace muuucho tiempo.
Entonces, decíamos “agrotóxicos” y las cámaras nos atacaban por ese término “tendencioso”.
Hoy ya podemos mandarlos a reclamar al Vaticano, pues es el término que usa el Papa Francisco en su encíclica reciente, para estas sustancias que son biocidas.