¿Quién quiere transgénicos y quién no?
La discusión sobre la creación y uso de transgénicos está dividida en dos posturas opuestas:
La primera, de las corporaciones y algunos investigadores promotores de los OGM, defienden la producción y uso de transgénicos. Estos argumentan que la ingeniería genética tiene beneficios como: mayor productividad, mejor calidad de los productos, resistencia de las plantas a ataques de insectos, disminución del uso de plaguicidas, y disminución de efectos dañinos al medio ambiente así como el combate a la necesidad mundial de alimentos. El segundo grupo (organizaciones ambientalistas, ecologistas, sociales, ONG’s, agricultores, indígenas, campesinos, etc.) se oponen a la producción y uso de transgénicos, entre sus argumentos destacan que:
- El control de la producción y distribución de productos agrícolas queda en manos de unas cuantas empresas rompiéndose el equilibrio en el desarrollo y procesamiento de nuestros alimentos y pone en riesgo la soberanía alimentaria de los pueblos.
- Rompe con tradiciones milenarias como guardar las semillas para el siguiente ciclo agrícola. Debido a leyes impuestas por la Organización Mundial del Comercio, que favorecen a estas empresas, las semillas transgénicas no pueden guardarse, tienen que ser compradas nuevas semillas para el siguiente ciclo. Para esto están promoviendo la tecnología “terminator” (de la que hablaremos más adelante).
- Nada comprueba que los OGM sean seguros para la salud humana y para el medio ambiente, hay casos en los que se ha demostrado que los OGM son dañinos para algunas especies. La biodiversidad se pone en riesgo.
- En muchos países no existen regulaciones que impidan a las empresas experimentar e incluso producir OGM’s, en muchos casos las empresas lo hacen sin siquiera informar qué están haciendo y cuáles podrían ser las consecuencias.
- La sobreproducción de alimentos no acabará con el hambre del mundo, sino su justa distribución.
- Las siembras de transgénicos contaminan las tradicionales sin que se pueda evitar.