Por GM Watch, 20 Mayo 2016, Traducción de Ignacia Guzmán Zuloaga
Un biotecnólogo dice que los medios están mal interpretando el informe de la National Academy of Sciences cuando se trata de la seguridad de los OGMs
Esta semana, el diario español El País publicó un articulo llamado “La Ciencia Confirma que los OGMs son tan Seguros como otros Alimentos”, comentando sobre el último informe de la National Academy of Sciences (NAS), titulado “Cosechas GE: Experiencias y Prospectos”. Sin embargo, el informe pinta un panorama muy distinto del informado por los encabezados.
Primero, y más importante, la NAS no posee una visión “paraguas” sobre la seguridad de los OGMs. Junto a muchos otros cuerpos internacionales, reconoce que tal visión es insostenible, dado que el proceso de los OGMs puede dar paso a distintos e impredecibles efectos para tal caso.
El comité destaca que ha recibido “requerimientos exaltados” para dar al público una respuesta simple, general y autoritaria sobre las cosechas GM, pero dada la complejidad de los temas de ingeniería genética, no lo ven como apropiado. En un documento de 400 páginas, el comité desarrolla una visión sobre este tema.
Esta visión es, sin duda, más favorable al uso de OGMs en la agricultura que la de la mayoría de los grupos ambientales – pero también es mucho más conservadora que la visión de muchos promotores de los OGMs (incluyendo El Pais).
Lejos de declarar que la “ciencia ha confirmado que los OGMs son seguros para consumo”, el informe puede ser resumido más acertadamente como declarando, “Hay mucho que no sabemos, lo que no es sorpresa porque nadie está investigando.”
Para juzgar por la metodología descrita en el documento, el comité ha sido respetuoso de las distintas visiones sobre este complejo tema, y ha hecho un esfuerzo para evitar distintos tipos de parcialidad.
Sin embargo, una parcialidad importante permanece, la que emerge de la relación de varios de sus miembros con importantes compañías de biotecnología y sus organizaciones asociadas, Por ejemplo, la directora del estudio, Kara Laney, solía trabajar para el International Food & Agricultural Trade Policy Council (financiado por Monsanto). Food & Water Watch ha documentado los vínculos de al menos doce de los veintidós miembros del comité con compañías biotecnológicas mundiales, u organizaciones financiadas por ellas.[1]
Sandwich
El nuevo informe de la NAS, como otros informes anteriores de la misma organización, posee una notable estructura “sandwich”: varios capítulos describen los riesgos y problemas percibidos, las limitaciones de los estudios conducidos hasta el momento, y las causas de preocupación, entre los capítulos inicial y final, que muestran una visión mucho más favorable. Son estos capítulos incial y final, sin los matices intermedios, los que han sido minados por los principales medios u agencias de relaciones públicas.[2]
Este efecto ya se ha destacado en el informe de NAS de 1989, el cual también fue usado para justificar un consenso científico sobre la seguridad de los OGMs, a pesar que limitó su remisión a cosechas y microorganismos experimentales en USA continental (sin incluir a Hawaii o a Puerto Rico).
Además, este informe solo considera los efectos ambientales potenciales, ya que no se habian hecho estudios sobre potenciales efectos a la salud. Pero estos factores no incidieron para que numerosas fuentes amplificaran el informe a todas las posibles aplicaciones de la ingeniería genética, que, aparentemente, desde esa fecha, han sido bendecidos por la “ciencia” como “seguros”.[3]
Esta amplificación inicial en donde existe consenso científico ha estado ocurriendo desde la primera aplicación de la ingeniería genética. Por ejemplo, en la década de los 70s y 80s, los defensores de la tecnología declaraban de forma repetida que había un consenso de expertos sobre la seguridad de los OGMs, a pesar de que no había evidencia que demostrara su seguridad, y muchos científicos declaraban a viva voz sus preocupacioens.[4]
Esta declaración sobre el supuesto consenso científico respecto a la seguridad de los OGMs continua hasta ahora, aunque es descaradamente falsa. Un documento firmado por cientos de científicos de todo el mundo muestra que dicho consenso científico no existe.[5]
La falta de estudios pre- comercialización que limitarían los efectos impredecibles de la ingeniería genética ha sido tan severa que la primera autorización para cultivo a campo abierto de un maíz GM, en 1980, fue dada años antes de la producción de la primera planta de maíz GM – para qué hablar de la etapa experimental.[6] Al comienzo de esta tecnología, muchos de sus defensores declararon que los OGMs no podían dañar el ambiente dado que su ingeniería genética perjudicaría a los organismos transformados y los inutilizaría para sobrevivir en estado silvestre.[7]
Algunos incluso declararon que las cosechas GM no serían capaces de polinizarse cruzadamente[8] o que cualquier virus o microorganismo GM era seguro si su línea parental era segura. Como aun pasa hoy en día, muchas de estas declaraciones fueron hechas sin estudio alguno que las respaldaran – y se ha demostrado, con el tiempo, que son falsas.