Rentabilidad
El otro aspecto importante es el económico, y aquí también hay ejemplos preocupantes. En 1998 se detectó que un porcentaje de papayas en el estado de Hawai estaban contaminadas con transgénicos. Cuando el escándalo estalló, varias importadoras de alimentos cancelaron sus pedidos, especialmente en Japón.
Se estima que el 50% de la producción en Hawai se encuentra contaminada, lo que ha llevado a la pérdida del mercado orgánico para los productores de la isla. La papaya transgénica obtiene inevitablemente un precio bajo en el mercado, especialmente en comparación a los interesantes precios que alcanza la fruta orgánica. Si bien no hay datos exactos, se estima que la pérdida para el archipiélago llega a millones de dólares al año.
El mercado orgánico es el de más rápido crecimiento, y el que paga mejores precios. No todos los países pueden aspirar a convertirse en potencias en este sector. Miremos por un momento los casos de Ecuador y Perú: tierras fértiles, abundante agua en muchos sectores, producción el año entero, una extraordinaria diversidad de pisos climáticos y de cultivos, en el caso de Ecuador una constitución que declara al país libre de transgénicos a la vez que habla de fomentar la agroecología y la soberanía alimentaria, y en el de Perú una moratoria absoluta a los transgénicos y la construcción de una gastronomía de reconocimiento mundial.
Difícilmente podemos pedir condiciones más adecuadas. Ambos países tienen un gran futuro como abastecedores de productos orgánicos, especialmente fruta, granos y raíces. Un futuro brillante que se sacrificaría, si la constitución cambia o la moratoria termina.
Es decir, estos países estarían sacrificando un mercado muy rentable para el que tienen ventajas claras, a cambio de cultivar un producto que se vende a menor precio, es menos productivo y tiene enormes impactos sociales y ecológicos.
No existen técnicas que permitan controlar la contaminación transgénica, por lo que es imposible lograr una coexistencia entre cultivos transgénicos y otros convencionales u orgánicos. El momento en que un cultivo transgénico es sembrado, contaminará irremediablemente a toda la región.
Detengámonos por un momento en el caso del banano. En el año 2001 el Dr. Emile Frison presentó a la prensa mundial el argumento de que el banano, al ser una planta estéril reproducida por clonación (los esquejes o colinos), está en peligro de extinción debido al ataque de enfermedades como la sigatoka. Debido a esto, según el Dr. Frison, es necesario producir banano transgénico.
Se demostró prontamente que esta proposición es falsa: la misma FAO contradijo al Dr. Frison, señalando que el banano está muy lejos de estar en peligro, ya que existe una gran diversidad de variedades en el mundo. La sigatoka y otras enfermedades atacan principalmente a la variedad Cavendish, y esto se debe directamente a la uniformización de los cultivos agroexportadores con dicha variedad.
Pero estos cultivos representan solamente el 10% de la banana producida a nivel mundial, el resto se realiza por pequeños productores, que siembran cientos de variedades resistentes a enfermedades. La sigatoka solo es un problema para los agroexportadores que han uniformizado sus cultivos con la variedad Cavendish.
La planta de banana puede producir semillas viables, si se realiza polinización manual. Esta técnica ha sido usada durante milenios por campesinos, especialmente en el sudeste asiático de donde proviene, para producir semilla resistente. Varias investigaciones están en curso para crear variedades resistentes a la sigatoka, con calidad de exportación, a partir de variedades tradicionales.
La modificación genética no es necesaria, y es contraproducente desde el punto de vista económico. Los investigadores que proponen crear banano transgénico en Ecuador deberían analizar el caso de la papaya en Hawai. ¿Vale la pena perder para siempre el mercado creciente de banano orgánico, para producir fruta débil que se venderá a menor precio? ¿Qué les dirán a los actuales exportadores de banano orgánico, que perderán con toda seguridad sus mercados, cuando la contaminación transgénica se haya diseminado por los campos?
Nos dicen que necesitamos investigación transgénica para poder enfrentar los problemas de este mundo cambiante. Pero las técnicas tradicionales de selección pueden realizar un mejor trabajo, a partir de las semillas ancestrales, y sin riesgos. ¿Necesitamos un maíz adaptado a la sequía?
Ya existe: la variedad tusilla, procedente de la costa ecuatoriana. ¿Una papa adaptada a las heladas? Hay cientos de ellas en los andes peruanos y bolivianos. ¿Un tomate resistente a la sal? También, en las Galápagos. ¿Un vegetal más nutritivo? Los hay por miles, en la diversidad de semillas creadas por campesinos y campesinas a nivel mundial. Con toda esa semilla, se puede realizar mejoramientos usando técnicas sencillas, para beneficio de la humanidad.