Productividad
Muchos productores compran semilla transgénica suponiendo que aumentarán su producción. Pero de acuerdo a varias investigaciones independientes, el aumento en la productividad no es nada seguro (3).
Algunos científicos sostienen que debido a las modificaciones en su material genético, el metabolismo de los cultivos transgénicos es ineficiente. Es decir, no logran alimentarse adecuadamente. Y hay además otros factores que pueden afectar la productividad.
Por ejemplo, el mayor uso de agroquímicos en cultivos transgénicos destruye el suelo aún más rápido que en los monocultivos convencionales, reduciendo la productividad en pocos años. Por otra parte, los transgénicos pueden ser creados para resistir alguna plaga o enfermedad, pero su extrema uniformidad genética los hace vulnerables a todas las otras plagas y enfermedades.
El uso exagerado de herbicidas, sin los cuales los transgénicos no pueden competir, ha provocado la aparición de “super malezas” que han adquirido los genes de resistencia de los transgénicos RR. El caso más conocido es el del Amaranthus palmeri, un pariente silvestre del amaranto cultivado también llamad maleza de cerdo (pigweed), que en 2014 amenazaba ya 1.5 millones de hectáreas de algodón en el sur de EEUU (16).
Estos y otros factores, combinados, han provocado descensos en la productividad de los cultivos transgénicos que van desde leves hasta impresionantes en varias regiones del mundo. Un caso cercano es el de la zona algodonera del departamento de Córdoba, en Colombia.
En esta región, debido a la introducción de algodón transgénico, el rendimiento bajó de 2000 kg/ha en 2010 a 1400 kg/ha en 2011, provocando una pérdida de 42 millones de dólares y dejando en la quiebra a cuatro mil empresarios grandes y pequeñas familias de productores.
En este periodo, Monsanto tuvo en la región ganancias por 14 millones de dólares debido a la venta principalmente de los agroquímicos asociados a su semilla transgénica. La compañía culpa del fracaso de los cultivos al mal clima y a las malas prácticas de los productores. Éstos acusan a Monsanto de desinformación y de vender semilla de mala calidad.
Las organizaciones sociales señalan irregularidades en el proceso de aprobación para la comercialización del transgénico, y de que éste era inadecuado para la situación real del campo colombiano, pues no presenta resistencia contra la plaga más común de la zona, el picudo (Anthonomus grandis) (4).
Pero si los transgénicos tienden a reducir la productividad, ¿por qué los productores siguen comprándolos? Nuevamente, hay un cúmulo de factores que intervienen. El caso de los algodoneros de Córdoba es sencillo: Monsanto ha logrado un monopolio total en la región, y ya no hay otra semilla disponible en el mercado.
No tienen opción en este momento. En otros países, la prensa y el apoyo gubernamental tienen un efecto disuasivo muy importante, creando la imagen de que los transgénicos representan lo moderno y son necesarios. Podemos mencionar ciertos factores productivos también: hay agricultores dispuestos a aceptar un cierto nivel de descenso en la producción, a cambio de la promesa de que los nuevos productos químicos les ayudarán a eliminar malezas o plagas. Finalmente, la uniformización de la cadena alimenticia tiene mucho que ver, en países donde las empresas que controlan el sector de la transformación, el transporte y la venta imponen a los productores las variedades de semillas con las que deben producir.
En resumen, los transgénicos pueden aumentar ligeramente la productividad en ciertos casos, pero por cortos periodos de tiempo. No hay casos en el mundo de aumento importante y sostenido de la productividad, mientras que hay casos demostrados y preocupantes de pérdida de productividad. Se logran mejores resultados con mejoramiento tradicional de las variedades, a menor costo y con menos riesgos.