Por Red por una América Latina Libre de Transgénicos, Boletín 555, 10 de febrero de 2014
El cultivo de soja en Uruguay pasó de ser marginal a convertirse en el principal rubro agrícola en menos de 10 años. El desarrollo de la siembra directa junto a la utilización de semillas transgénicas con tolerancia al herbicida glifosato y los altos precios internacionales del grano, han convertido al cultivo de soja en un negocio muy rentable[1]. Esto ha atraído capitales transnacionales que invierten en este agronegocio. Es así que buena parte del área agrícola uruguaya ha pasado a ser manejada por grandes empresas con especial relevancia de los ‘pooles de siembra’, principalmente argentinos, que manejan fondos de inversión multinacionales y aplican tecnología de gran escala[2]. La presencia de estos nuevos actores en la gestión de nuestro territorio ha provocado profundos cambios tanto en el mercado de tierras como en el manejo de los agroecosistemas. En este informe abordaremos las principales consecuencias sobre el manejo de los suelos y el uso de agrotóxicos derivadas de la expansión sojera en Uruguay.
Soja en Uruguay
Los primeros registros de producción de soja en Uruguay datan de la década de 1960. Hasta la zafra 2002/2003 fue un cultivo de poca relevancia en la agricultura uruguaya siendo excepcionales las zafras en que se sembraron más de 50 mil hectáreas. En la década del 2000 comienza la expansión del cultivo, que pasó de cubrir 12 mil hectáreas (en la zafra 2000/01) a tener una intención de siembra de más de un millón de hectáreas en la zafra 2010/11 (Gráfico 1), convirtiéndose en el principal cultivo agrícola del país, cubriendo más del 85% del área con cultivos agrícolas de verano en las dos últimas temporadas [3],[4]. Actualmente cerca del 100% del área cultivada con soja se siembra con soja transgénica. El único evento transgénico autorizado para cultivo es el GTS 40-3-2 de la empresa Monsanto.
Comercialmente conocida como soja RR (Roundup Ready) por su tolerancia al glifosato, esta soja fue autorizada en el año 1996 por la Dirección de Servicios de Protección Agrícola del Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca (MGAP) cuando aún no existía en el país un marco regulatorio para la evaluación de vegetales genéticamente modificados (GM). A partir del año 2009 se autorizó la siembra de nuevos eventos transgénicos en soja para producción de semillas para exportación.
Con este propósito se otorgaron durante 2011 autorizaciones para sembrar 5200 ha con los eventos A2704-12, A5547-127, MON89788 y MON89788xMON87701, los dos primeros con tolerancia al herbicida glufosinato de amonio son de la empresa Bayer y los otros dos son de la empresa Monsanto y portan tolerancia al herbicida glifosato además de resistencia a larvas de ciertos lepidópteros en el último de los eventos mencionados.
En el año 2010 las exportaciones de soja alcanzaron cifras récord para el país. Se exportaron cerca de 2 millones de toneladas de granos de soja por un valor de 710 millones de dólares, lo que representó un 10,5 % del total de las exportaciones del país medidas en dólares y un incremento del 53,8% en relación al año 2009[5]. Los principales destinos de exportación fueron China (73%) y Holanda/Alemania (12%). Otros destinos menos relevantes fueron Portugal, Túnez, Rusia y Turquía[6].
A pesar del gran peso en las exportaciones, el aporte del sector sojero al PIB de Uruguay es bajo. En 2009 la soja representó un 8,3% de las exportaciones medidas en dólares pero su aporte al PIB fue del 0,95%. Esto se debe a que se agrega muy poco valor al producto final en el complejo sojero uruguayo (más del 95% de la producción es exportada como grano) y a que la gran mayoría de los insumos utilizados en la fase de producción son importados al igual que la maquinaria[7].
Los principales actores del desarrollo del cultivo de soja en Uruguay son los ‘pooles de siembra’. Se trata de sociedades de inversores, principalmente argentinas, que manejan grandes áreas a nivel regional. En la zafra 2009/2010, 12 pooles de siembra manejaban el 35% del área de soja y representaban al 1 % de los productores[8]. Si ampliamos este grupo a empresas que gestionan más de 2000 ha del cultivo, tenemos que 58% del área de soja fue manejada por el 5% de los productores de soja. En conjunto las empresas que manejan más de 1000 ha de soja, representaron al 14% de los productores y manejaron el 73% del área de soja[9]. En el gráfico 2 puede observarse que el aumento registrado en la última década en la superficie bajo agricultura de secano, se debe exclusivamente a la participación de empresas que manejan más de 1000 ha de chacra.