La respuesta fue sorprendentemente clara.
“Para que la penetración de los cultivos biotecnológicos sea exitosa, tendrá que sembrarse tanto maíz blanco como amarillo GM,” dijo Jaime Mijares Noriega, Director de Asuntos Corporativos de Latinoamérica. “Si fuera sólo el amarillo, no estaríamos invirtiendo.”
Estaba sorprendido. ¿Por qué funcionarios de la compañía, en medio de la demanda de acción colectiva, aseguraban tan abiertamente que su meta es introducir maíz transgénico en las tortillas mexicanas?
¿Y por qué piensan que alguien compraría sus controvertidas semillas? Los representantes de la compañía presentaron, de forma muy general, resultados pobres de sus propias pruebas de campo. Ellos no las llamaron pobres, yo sí. Las pruebas corporativas auto-patrocinadas de Monsanto sugirieron un 10 por ciento de ganancia en comparación con los híbridos convencionales. Esa es una pequeña ganancia para una tecnología que será más cara para los agricultores. Más al grano, la misma información de Monsanto mostró que los agricultores de Sinaloa, usando variedades no transgénicas, ya tienen mayores ganancias que las de los campos experimentales controlados cuidadosamente por la compañía.
¿No tendría la compañía una venta dura en Sinaloa? Asintieron. Puede tomar un poco de tiempo para ganarse a los agricultores de México.
¿Pero por qué México, con su rica diversidad de este importante cultivo nacional y global, querría tomar riesgos tan grandes con recompensas tan bajas? Uno de los investigadores de Monsanto, el Dr. Juan Manuel Oyervides, presentó una perspectiva de largo plazo sobre las ganancias por rendimiento del maíz mexicano. Destacó un estimado especulativo en el sentido de que el retraso del gobierno en permitir el maíz GM, ha provocado una “década perdida” de estancamiento productivo, sacrificando el 12 por ciento de mejoras potenciales de rendimiento con un valor de $9.3 mil millones de dólares.
Esa creatividad cuantitativa atrapó mi atención, pero no es lo que pregunté. La gráfica del Profesor Oyervides mostró que el rendimiento más rápido del maíz había llegado en esa “década perdida2, usando semillas híbridas convencionales y variedades de maíz nativo. Uno de los argumentos principales de las compañías biotecnológicas para la adopción urgente de sus semillas, es que los rendimientos se están estancando. Su información mostró lo opuesto.
¿Eso no implica que México no ha agotado la productividad potencial de las tecnologías existentes? Mi propio estudio, con el investigador mexicano Antonio Turrent, mostró exactamente lo mismo.
“Necesitamos soluciones complejas para problemas complejos,” dice Víctor Suárez, jefe de la organización independiente más grande de México para los productores de granos. “Los transgénicos son simplistas. Nuestros problemas no serán resueltos por un gen.”
*Timothy A Wise es director de investigación de políticas en el Instituto de Desarrollo Global y Ambiental en la Universidad Tufts. Actualmente está trabajando en el libro: “Un Enfoque Basado en los Derechos Para la Crisis Alimenticia Global.”
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