Por Timothy A. Wise*, Al Jazeera, 27 de mayo de 2014, Traducción de Mariana Escalante, Vía Orgánica AC
¿Por qué está interesado Monsanto en el mercado del maíz de México?
Vine a México a investigar la demanda colectiva de acción múltiple contra la propuesta de introducción de maíz genéticamente modificado (GM) en el lugar de origen de este cultivo alimenticio con importancia global. El tema era candente, porque en octubre pasado, un juez mexicano dictó una moratoria para detener toda la siembra piloto, experimental y comercial de maíz GM, un proceso que ya estaba en marcha en seis estados del norte del país. El fallo citó la necesidad del principio precautorio para asegurarse de que la rica diversidad de variedades de maíz de México estuviera protegida ante un “flujo genético” inadvertido, proveniente del maíz GM. (Lee mi artículo anterior de la moratoria.)
Mientras empecé a investigar estas iniciativas biotecnológicas muy controvertidas, la pregunta que más me intrigó fue: ¿por qué alguien de México piensa que el país necesita al maíz transgénico?
Monsanto, por supuesto, tenía una respuesta a esa pregunta. Me reuní con un grupo de funcionarios de la compañía en sus oficinas en el distrito de negocios transnacionales de la Ciudad de México en Santa Fe. Me ofrecieron su “Visión 2020”, en la cual el maíz transgénico es clave para alimentar al mundo. En México, aseguraban, ayudaría a duplicar la producción de maíz mexicano, a reducir la pobreza persistente entre los agricultores de maíz a pequeña escala, a restaurar la autosuficiencia del país en su materia prima alimenticia clave y a reducir los impactos negativos ambientales del cultivo de maíz. Hasta usaron el término “soberanía alimenticia” para describir su meta para México. Esto era más que una visión; era una alucinación.
¿Beneficios de los GM?
Un estudio reciente del Departamento de Agricultura de Estados Unidos sobre los primeros 15 años de experiencia estadounidense con los cultivos transgénicos, concluía que la tecnología provocó mejoras limitadas y desiguales en las variedades híbridas convencionales del maíz. El beneficio principal, cuando hubo alguno, provino de la reducción de trabajo, dado que el maíz transgénico resistente a los insectos reduce las aplicaciones de pesticida y las variedades resistentes a los herbicidas disminuyen el deshierbe manual, al permitir que se rocíen libremente campos enteros con el mata-hierbas de Monsanto Round-Up.
El problema de la pobreza rural mexicana, por supuesto, tiene que ver con la falta de trabajos, así que era difícil ubicar cómo una tecnología para ahorrar trabajo sería una bendición para los pobres.
Monsanto, por supuesto, no ha puesto su mira transgénica en los agricultores a pequeña escala que pueblan las regiones central y sur de México. Menos de un 30 por ciento de agricultores mexicanos usan maíz híbrido convencional – de alto rendimiento, semillas de un solo uso, que necesitan comprarse cada año. Prefieren seguir con semillas que pueden guardar año tras año, generalmente variedades de las “razas locales” de maíz que la moratoria en la siembra de maíz transgénico busca proteger.
¿Por qué alguien pensaría que los agricultores mexicanos pagarían más por semillas transgénicas desarrolladas en granjas industriales que se encuentran en Iowa? ¿O en el estado mexicano de Sinaloa, el corazón del cinturón de maíz irrigado del país?