Comparación de casos: Three Mile Island (1979) y Chernobyl (1986) |
Los peores accidentes de la historia, aun con su gravedad y terribles consecuencias, son menores comparados con la tragedia de Japón. Fukushima triplica a esta altura las emisiones radioactivas de Chernobyl. Es importante comprender la diferencia con estos dos accidentes para dimensionar el impacto global de Fukushima. En primer lugar tanto en TMI como en Chernobyl la fusión ocurrió en un solo reactor y nunca jamás en la historia nuclear una pileta de combustible agotado estuvo en estado crítico como se encontraba la pileta del reactor Nº 4. La pileta del reactor Nº 3 también fue dañada, aunque en menor medida. El agua jamás tomó contacto con los núcleos fundidos en esos dos desastres. En el caso de TMI pudieron entrar al núcleo del reactor dentro del año posterior al accidente, y durante los seis años siguientes se pudo desmantelar completamente el reactor fusionado en Harrisburg, Pensilvania. En Chernobyl tuvieron que construir un edificio completo encima del núcleo ardiente solo seis meses después de haber volado por los aires. Una vez terminado el llamado “sarcófago” de hormigón los rusos pudieron ingresar al edificio del reactor y determinar dónde estaba el núcleo fusionado. Enviaron robots y encontraron lo que se llama la “pata de elefante”, 80 toneladas de combustible fusionado, el “corium” de Chernobyl. Se estima que el “corium” de Fukushima ronda las 300 toneladas, con el agravante que contiene un combustible reciclado (Japón es uno de los dos lugares en el mundo donde se reprocesa combustible nuclear) llamado MOX hecho con plutonio, la sustancia creada por el hombre más tóxica y mortal que existe. Se estima que el reactor Nº 3 contiene 300 kg de plutonio. La millonésima parte de un gramo de plutonio causa cáncer. El costo económico para Ucrania fue devastador. En el 25º aniversario de Chernobyl el primer ministro ucraniano reconoció que la tragedia ha costado ya más de 280.000 millones de euros, consumiéndose el 10% del prespuesto de Ucrania cada año. El último presidente de la Unión Soviética, Mijail Gorbachov, reconoció en una carta pública que “fue Chernobyl –incluso más que la Perestroika- la verdadera causa del colapso de la URSS”[10] Para fines de 2011 Japón tenía su primer déficit comercial en 30 años[11]. Estimaciones conservadoras calculan en un billón de dólares el costo para desmantelar Fukushima. Suficiente dinero como para poner de rodillas a la tercera economía mundial. |
Tepco inicia la remoción de las barras de combustible de la pileta colapsada
En noviembre de 2013 Tepco comenzó a mover las barras de combustible de la pileta del reactor Nº4[12]. La tarea más peligrosa e importante realizada a la fecha. Para llevarla adelante debieron desarrollarse tecnologías nunca probadas.
Recordemos que el edificio voló en pedazos y los sistemas informáticos junto con las grúas automatizadas desaparecieron. Durante dos años Tepco construyó un nuevo edificio que rodea y tapa la pileta, también colocaron grúas que se apoyan en estas nuevas estructuras construidas por fuera de la edificación antigua (lo que demuestra la debilidad estructural del edificio de la unidad 4 que no podía soportar el peso de la grúa).
La tarea que antes realizaba milimétricamente una computadora, la hicieron manualmente trabajadores expuestos a un ambiente de altísima radiación, que trabajaban con trajes y máscaras que reducían la visión, bajo estrés constante y que debían ser reemplazados de sus puestos regularmente debido a niveles radioactivos que superaban los límites permitidos rápidamente.
El plan de Tepco fue introducir una barrica de acero dentro de la pileta para luego insertar las barras de combustible, una por vez dentro de la misma. La barrica, que permanecía con líquido en su interior (caso contrario explotaría), era elevada por otra grúa que la introducía en un camión que la transportaba hasta la pileta contigua que se encuentra en buen estado. Debieron repetir esta operación 1.535 veces.
Hemos citado en este trabajo al ingeniero nuclear norteamericano Arnie Gundersen por ser una voz con autoridad. Gundersen tiene más de 40 años de experiencia en altos cargos de la industria nuclear, trabajó en la fabricación de barras de combustible, construyó y operó reactores.
Como a tantos científicos la realidad de esta industria fatídica lo llevó a cruzar a la vereda opuesta, hoy preside “Fairewinds Energy Education” un centro de información y educación que intenta desmitificar las bondades de la energía nucleoeléctrica.
El ingeniero nuclear cuestionó los planes de Tepco para retirar las barras porque subestimaban los peligros implícitos. La tarea debía realizarse con sumo cuidado, el más mínimo error podía haber disparado una reacción en cadena. Al decir de Gundersen no se podía saber con exactitud el estado de las barras y varillas de combustible.
Dentro de la pileta cayeron pequeños escombros que no pudieron ser retirados, hubo una explosión y era posible que las barras al haberse calentado estuvieran deformadas, temía Gundersen. “Imagínese que está retirando cigarrillos de un paquete lleno”, ejemplifica. “Si el paquete no está dañado se podrá retirar un cigarrillo sin problemas, ahora si usted aprieta el paquete y lo deforma, el cigarrillo se atascará”.
De manera análoga las barras se encuentran muy juntas en una caja, si estuvieran deformadas, el más mínimo roce podría haber desatado una reacción en cadena. La riesgosa tarea en la piscina del reactor cuatro finalizó en noviembre de 2014, pero queda por delante un desafío aún más difícil: retirar el combustible agotado de las piletas y de los núcleos de los fusionados reactores 1, 2 y 3.
Esta tarea deberá realizarse a distancia debido a los altos niveles de radiación que impiden la presencia humana. El comienzo de los trabajos en la piscina del reactor 1 fue anunciado para 2019 y del combustible de la unidad para 2025. Es imposible pensar –en el mejor de los casos- desmantelar el complejo antes de 2050.
Y habrá que cruzar los dedos para que nada salga mal. Los antecedentes de Tepco no llaman a la confianza, en estos últimos años mintieron constantemente y fracasaron recurrentemente en encontrar soluciones a los problemas. Incluso situaciones tan ridículas como la acción de roedores sobre los cables de alimentación llevaron a interrupciones del suministro eléctrico que pusieron en peligro nuevamente -al menos en dos oportunidades- al complejo Fukushima Daiichi.
Inexplicablemente el gobierno hizo oídos sordos a todas estas advertencias. Un periodista del diario japonés “Mainichi” pudo visitar la pileta del reactor 4 y cubrir lo que estaba sucediendo allí dentro mientras trabajaban en la remoción de las barras de combustible. Escribía el reportero[13]: “las escenas reales de la devastación ponen de relieve un duro camino por delante para desmantelar las instalaciones, una tarea desalentadora que probablemente tenga 40 años por delante” “Las instalaciones nucleares paralizadas por el tsunami permanecen regadas de escombros tres años después del estallido de la crisis nuclear”.
Una frase escrita como un mantra sobre un pilar de acero donde realizaban la peligrosa tarea ejemplifica la presión a la que estaban sometidos los trabajadores: “¡No caiga! ¡No deje caer! ¡No quede atrapado!” si hubiese sucedido cualquiera de estas cosas mientras manipulaban las grúas que retiraban las barras de la pileta, sus vidas habrían tenido los minutos contados.