Contradicciones
La situación más contradictoria respecto a los transgénicos en el Cono Sur la protagoniza este país del altiplano, ya que el crecimiento de las cosechas de soja transgénica se opone a toda la legislación nacional que prohíbe la producción, importación, distribución y comercialización de semillas bio-modificadas. El Artículo 255 de la Constitución Política del Estado prohíbe toda forma de producción, importación, y comercialización de OGMs. Desde el 2005 está en vigencia la Resolución Administrativa (vrnma Nº 135/05) que preserva al maíz de cualquier posibilidad de contaminación transgénica. Desde 2009 el Decreto Supremo 181 (artículo 80) prohíbe la adquisición de alimentos genéticamente modificados en las compras estatales y la alimentación complementaria escolar. Y desde la aprobación de la Ley de Derechos de la Madre Tierra queda establecido “el derecho a la preservación de la diferenciación y la variedad de los seres que componen la Madre Tierra, sin ser alterados genéticamente ni modificados en su estructura de manera artificial…”.
Esta serie de disposiciones jurídicas-constitucionales que deberían proteger a Bolivia de la producción de OGMs es el resultado de la resistencia y la lucha de los movimientos sociales en el país. Sin embargo, además de las extensas plantaciones de soja -100% transgénica- en Santa Cruz -reducto de la oposición política al gobierno de Evo Morales- el 100% del algodón plantado es transgénico. Allí, como en Chuquisaca y Tarija, la Dirección General de Biodiversidad y Áreas Protegidas ha recogido también muestras de maíz transgénico en las plantaciones. Estas evidencias no llevaron a un seguimiento y a acciones del gobierno para erradicar lo que las leyes prohíben.
Al no protegerse la diversidad genética del país, se pone en riesgo la soberanía alimentaria de Bolivia. La expansión de estos cultivos está consolidando el poderío de una nueva élite agro-empresarial, dependiente de las corporaciones imperialistas de semillas y agro-químicos, que ocupa las mejores tierras cultivables del país y se beneficia con el subsidio a los combustibles. Incluso hay disposiciones gubernamentales permisivas con los transgénicos: pese a saber que el 100% de la soja producida en el país es transgénica, se la incluye en el paquete alimentario del subsidio prenatal y de lactancia. De la misma forma no existen reglamentaciones estrictas sobre el rotulado de los alimentos basados en transgénicos. El 75% del aceite consumido por los bolivianos tiene origen en la soja transgénica. Lo que significa una clara amenaza para la salud pública nacional /25.
Es indudable que el gobierno de Evo Morales tiene una posición permisiva para los transgénicos en el país, por encima de las disposiciones legales. Es una característica que se repite en todos los gobiernos “progresistas” de Sudamérica: Para ellos tienen primacía los resultados inmediatos en el comercio exterior y la entrada de divisas, por encima de una estrategia agrícola productiva que garantice alimentos sanos, trabajo rural abundante y soberanía alimentaria.
Uruguay: gobierno del FA es lobby de Monsanto
Uruguay tiene un total de 16 millones de hectáreas productivas (160 mil km2 de superficie). La cosecha de soja de 2013 alcanza un record de 3,2 millones de toneladas. La extensión de los plantíos de soja es de 1 millón 275 mil hectáreas, o 12.750 km2 (una superficie mayor que Líbano).
La soja transgénica invadió las mejores tierras del país, con costas al Rio Uruguay y al Rio Negro, desplazando a la ganadería que ocupaba con pasturas toda esa región. La ganadería debió replegarse al norte, este del país y parte del centro, lo que va a desarrollar una readaptación de este sector en un plazo de 15 o 20 años, hasta que las nuevas tierras ocupadas se transformen en praderas de pastos para la pecuaria. Las antiguas praderas ganaderas propiedad de la oligarquía agropecuaria nacional, son ahora el “desierto verde” de la soja transgénica controlado por una alianza del capital financiero con las corporaciones de la biogenética y los agro-químicos. Y en parte también de las plantaciones de eucaliptus. Con sus múltiples consecuencias negativas en término de soberanía, salud pública y contaminación ambiental.
Es previsible en lo inmediato el desbalance del carbono en las tierras. Los agrónomos insisten en que hay una altísima pérdida de fósforo y nitrógeno por la falta de rotación de los cultivos y que la fertilización exigirá más azufre y potasio en las próximas cosechas. La suba de los fertilizantes es un tema que influirá en el futuro inmediato. A lo que se agrega una escalada de precios de las semillas y los plaguicidas. Ya vimos la multiplicación por más de 5 veces del costo de la nueva Tecnología Intacta RR2 PRO de Monsanto.
La fumigación aérea con pesticidas no está prohibida ni reglamentada, como en todos los países de Sudamérica. No existe un seguimiento sobre la salud de los pobladores en las zonas afectadas por las fumigaciones, ni revisiones o controles sobre la pureza del agua en reservatorios, cañadas, ríos, lagunas, tanques, etc. en las regiones de los plantíos transgénicos. Y los grandes medios censuran cualquier información al respecto.
Vecinos de Guichón y de Costas de San Francisco, en Paysandú, denunciaron la presencia de glifosato en el agua potable durante 2012. El vicepresidente de OSE, Daoiz Uriarte, declaró a El País que en la zona se hacían pruebas para medir la potabilidad del agua, sobre todo para detectar la presencia de atrazina, un herbicida que es bastante tóxico para los seres humanos y animales. Sin embargo, el funcionario reconoció que no se hacían análisis para detectar glifosato. He aquí una de las maniobras con que los burócratas se hacen cómplices de Monsanto: el glifosato es el herbicida que hasta ahora se utiliza en exclusividad en todas las plantaciones de soja transgénica. Pero OSE cuando hace estudios de potabilidad del agua intenta encontrar atracina. Por si quedaran dudas de su actividad de encubridor, Daoiz Uriarte señaló además que OSE no tiene capacidad de imponer normas o multas a empresas que rocíen glifosato cerca de cuerpos de agua.