China y los transgénicos
Responsable por dos tercios de las importaciones de soja en grano realizadas en el planeta, China responderá por el crecimiento total de los volúmenes importados en el mundo a lo largo de 2013-14. Esta situación favorable a los granos bio-modificados tiende a cambiar. Según declaraciones atribuidas por la agencia de noticias Dow Jones Newswirew al vice-secretario general de la Asociación de Soja de Helongjiang, Wang Xiaoyu, el consumo regular de aceite de soja producido a partir de granos genéticamente modificados tornaría a las personas más vulnerables y predispuestas al desarrollo de tumores y a la esterilidad. Xiaoyu basó sus conclusiones en la observación de elevados niveles de incidencia de cáncer en las provincias de Fujian y Guangdong, donde el consumo de aceite de soja transgénica es más alto. La situación es vidriosa ya que el gobierno chino todavía difiere la decisión de autorizar en su país los plantíos de soja transgénica en gran escala.
Es por eso que hay una gestión diplomática intensa hacia China de parte de los países sudamericanos que cobijan el enclave sojero de las corporaciones. Es parte del comportamiento de subordinación al agro-negocio de estos gobiernos. A mediados de junio pasado el ministro de Agricultura de Brasil, Antonio Andrade viajó por segunda vez desde mayo a China, pidiendo al país asiático que se abra a la nueva variedad de soja Intacta RR2 PRO de Monsanto. El canciller Antonio Patriota -sustituído esta semana por el prepotente incidente de Itamaraty con Bolivia-, haciendo honor a su apellido, también participó personalmente de las negociaciones como lobbysta de la multinacional /12.
“Tanto el proyecto productivo como la matriz energética que impulsa el gobierno, han desatado enfrentamientos con pueblos indígenas, pobladores costeros y pescadores, pequeños productores rurales y organizaciones sociales que luchan por la tierra. Es durante el gobierno de Dilma Rousseff que las grandes obras hidroeléctricas y los diques que retienen agua para la agro-industria o la minería, así como la agresión a la naturaleza y a los pobladores -tanto rurales como urbanos- que proviene de los monocultivos y las mineras han generado variados e intensos conflictos. Esta situación no es localizada sino que se extiende a todo el país.
En el Mapa de Conflictos envolviendo Injusticia Ambiental y Salud en Brasil son relatados 343 conflictos ambientales que tienen impacto en la salud colectiva del país. Las principales víctimas de estos conflictos son los indígenas en 33,67 % de los casos, en 31,99% son los agricultores familiares y en el 21,55% los quilombolas” /13.
Temprana introducción de los transgénicos en Argentina
La historia de la introducción de las semillas transgénicas en Argentina se inicia precozmente entre febrero y noviembre de 1994, meses en que Monsanto hizo los primeros contactos en el país y comenzó a infiltrar el Instituto Nacional de Tecnología Agrícola (INTA) que por décadas llevaba adelante la investigación para el desarrollo de variedades vegetales “mejoradas”. Monsanto “compró” los equipos de investigación del INTA y tuvo acceso a sus archivos secretos, apoderándose del capital genético estratégico del país. Esto le permitió a Monsanto crear la soja Roundup Ready sobre la base de variedades de soja desarrolladas en Argentina para los suelos nacionales. La corporación creó la empresa Nidera para negociación de semillas transgénicas, a la que otorgó una licencia para la venta de dichas semillas. Al mismo tiempo comenzó la publicidad de sus OGMs a través del suplemento de Clarín Rural.
Hay que recordar que estos acontecimientos se desarrollaron bajo las presidencias de Carlos Ménem (1989-1999), un nefasto neoliberal del “modelo” Consenso de Washington que llevó el país a la quiebra. Su ministro de agricultura Felipe Solá, hombre de Monsanto, el 3 de abril de 1996 firmó la autorización para la comercialización de las semillas transgénicas “tolerantes al herbicida glifosato” sin ningún debate parlamentario, investigaciones previas o ley que regulara los cultivos transgénicos.
En Argentina la soja abarcó 197 mil Km2 en la última cosecha (2012-2013). Una extensión similar a la de Irlanda y Grecia sumadas.
A pesar de la afirmación de la presidenta Cristina Fernández en El Calafate: “¡No vamos a tirar ni un solo árbol, los árboles son sagrados! ¡Los árboles no se tocan! Por lo menos acá en El Calafate. ¡Sobre mi cadáver, únicamente!” /14 la desforestación en Argentina está en relación directa con la expansión del agro-negocio y en especial con la propagación progresiva de la soja transgénica.
Más de 1 millón de hectáreas forestadas se destruyeron desde que se sancionó la Ley de Bosques en 2007. Hasta fines de 2012 se deforestaron 1.145.044 hectáreas -o 11.450 km2-, lo cual promedia 229 mil hectáreas por año, 627 h. por día y 26 h. por hora. Los principales índices de destrucción forestal fueron en las provincias de Santiago del Estero, Chaco, Salta y Córdoba /15. Solo en 2012, 153 mil hectáreas de bosque chaqueño fueron arrasadas en el noroeste de la provincia de Córdoba.