Por IProfesional, 12 de julio de 2015
La creadora del glifosato busca retomar protagonismo en producción de químicos para complementar su negocio de semillas. La operación, de llevarse a cabo, será la más relevante que se haya hecho en el sector agrícola. La oposición en Estados Unidos y la postura de Monsanto Argentina
Decidida a retomar su protagonismo en el negocio de los agroquímicos, la estadounidense Monsanto está redoblando sus esfuerzos para hacerse con el control de la suiza Syngenta, en un intento por asegurarse el dominio de más del 50% del mercado mundial de semillas.
De concretarse, representará la operación de compra más grande que haya registrado el negocio agrícola a lo largo de la historia.
Los números hablan por sí solos: hay en danza más de u$s45.000 millones. Pero el impacto va más allá de esta cifra. La operación, de plasmarse en la realidad, implicará un cambio de escenario que redefinirá por décadas el negocio de los insumos básicos para la producción de alimentos a nivel mundial.
La razón de esta avanzada es que Monsanto hoy carece de desarrollos para atender la nueva demanda de los productores a gran escala, cualidad que hoy posee Syngenta, a través de un portafolio diversificado de herbicidas, insecticidas y fungicidas.
Pero la estrategia de Monsanto también responde al menor rédito económico que cada año le está generando Roundup, su línea de glifosato, en parte porque la patente se liberó en el año 2000 y en los últimos años aparecieron cientos de competidores alrededor del planeta.
El otro problema que enfrenta la compañía es que Roundup está perdiendo efectividad: las malezas se fueron volviendo resistentes a esta formulación y esto está afectando el nivel de demanda.
Paralelamente, la firma estadounidense viene de recibir un duro revés luego de que Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) declarara al glifosato como “potencialmente cancerígeno”.
“Monsanto basó su estrategia en un monoproducto. No tienen ningún proyecto para el manejo profesional de semillas. Es justamente donde tienen problemas para cobrar por sus patentes.
Ofreciendo más servicios podrían facilitar esta gestión”, comentó a iProfesional un alto directivo del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), en estricto off the record.
“Más allá de los herbicidas, la compañía no tiene productos. Esta es su debilidad, porque no juega en la liga de los fungicidas o los insecticidas. Por eso ahora le interesa entrar”, agregó.