Por Joana Tavares, Alainet, 6 de febrero de 2014
Brasil nunca tuvo un programa de reforma agraria que en realidad se propusiera democratizar el acceso a la tierra y entregar la tierra a los campesinos pobres. Así sintetiza la situación actual del campo João Pedro Stedile, integrante de la dirección nacional del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST).
Según Stedile, de acuerdo con la correlación de fuerzas, “a veces avanzamos y conseguimos asentamientos y en otros períodos el capital avanza e impide que hayan expropiaciones. Y esta es la situación actual”.
Frente a este escenario, del 10 al 14 de febrero, más de 15.000 militantes del MST se reunirán en su Sexto Congreso, en Brasilia. Tras 30 años de fundación del MST, la configuración del campo de Brasil apunta a la agudización de las contradicciones sociales que se acumulan como una deuda histórica.
“Ante esta situación adversa, los últimos dos años nos pasamos debatiendo con nuestra base, nuestra militancia y construimos la idea de la necesidad de un programa de reforma agraria popular”, dice Stédile. En este programa se incluyó la necesidad de hacer amplias expropiaciones de los latifundios más grandes, empezando por las empresas extranjeras, agrega el dirigente.
En esta entrevista, Stédile habla sobre la situación actual de la reforma agraria y sobre los principales desafíos que la clase trabajadora tiene en este año. “A pesar de los avances que hubo en los últimos diez años en relación con el neoliberalismo, los trabajadores aún enfrentan graves problemas, que afectan también a la juventud”, afirma. Él cree que las movilizaciones, a más de ser bienvenidas, son necesarias para seguir cambiando el país.
Brasil de Fato: ¿Cuál es la situación de la reforma agraria en el país actualmente?
João Pedro Stedile.- Brasil en realidad nunca tuvo un programa de reforma agraria que se propusiera democratizar el acceso a la tierra y entregar la tierra a los pobres del campo. Entonces, de acuerdo con la correlación de fuerzas, a veces avanzamos y conseguimos asentamientos y en otros períodos el capital avanza e impide que haya expropiaciones. Y esta es la situación actual. No tenemos reforma agraria, e incluso los procesos de conquista de nuevos asentamientos, están paralizados. Y eso se debe a que hay una especulación en los precios de los commodities agrícolas, que incrementó el lucro de los hacendados y disparó el precio de la tierra a las nubes. El capital está imponiendo el agronegocio como la única forma de producir. Y se completa con el gobierno de Dilma, que está hegemonizado por el agronegocio. Aquellos que defienden la reforma agraria en el gobierno son una minoría. Y lo que es peor, hay una incompetencia administrativa del INCRA impresionante, que no puede resolver los problemas mínimos, incluso de los que ya están asentados.
– ¿Cómo impactarían los cambios proyectados por el MST en el campo en las personas que viven en las ciudades?
Ante esta situación adversa, los últimos dos años nos pasamos debatiendo con nuestra base, nuestra militancia y construimos la idea de la necesidad de un programa de reforma agraria popular. Que represente cambios necesarios para todas las personas y no sólo para los campesinos sin tierra. Y en nuestro programa pusimos la necesidad de hacer amplias expropiaciones de los latifundios más grandes, empezando por las empresas extranjeras. Tenemos que dar prioridad a la producción de alimentos. Necesitamos producir sin agrotóxicos para que la gente de la ciudad tenga salud. Tenemos que adoptar la agroecología como una nueva matriz de producción en equilibrio con la naturaleza. Tenemos que instalar agro industrias en forma cooperativa, para dar empleo a la juventud rural, detener el éxodo y distribuir la renta. Y por último tenemos que democratizar el acceso a la escuela en todos los niveles. Esta es, en esencia, nuestra propuesta de reforma agraria.